Mis comienzos con la tecnología

Voy a empezar con un post personal, un poco al estilo de abuelo cebolleta, para que me conozcan un poco más…

Todo comenzó en los años ochenta, yo era un niño de poco más de diez años que vivía en en el norte de Gran Canaria, buen estudiante, jugador de ajedrez en el colegio (asistí a campeonatos insulares y obtuve algún trofeo que otro), tímido, reservado y casi nulo en los deportes. Sí, lo se, es un estereotipo del informático, pero así era yo.

Me gustaba escribir historias, cuentos, pero como era un señorito, y mi padre, con todo su esfuerzo, se lo podía permitir, me quiso comprar una máquina de escribir eléctrica (ya teníamos una manual, pero claro, eso de dar a las teclas tan fuerte me resultaba un tanto pesado), así que lo convencí para que me comprara una Olympia, eléctrica, con tecnología de margarita. Eso era una gozada, tenía una pantalla de 40 caracteres, podía escribir toda una frase, verla en la pantalla y después enviarla a imprimir (un mini procesador de textos), toda una revolución. Podía corregir el texto en la pantalla antes de imprimir, pero  lo mejor de todo es que, una vez impreso incluso podía borrar lo que había escrito. Disponía de una cinta borradora (en blanco), que imprimía las letras que había escrito antes pero en color blanco, sobreimpresa sobre la anterior. ¡Guau, una pasada!  La calidad de las letras era muy buena, mucho mejor que las máquina manuales, que ya entonces me parecían obsoletas.

Antes de entrar al Instituto de Bachillerato, entre 7º u 8º de la EGB, tuve mi primer ordenador, eran los comienzos de la informática personal (en Canarias, claro). Mi amigo Ramón se había comprado el primer ordenador personal por excelencia, el Sinclair ZX Spectrum, de 8 bits, negro con su banda multicolor, muy bonito. Pero yo lo hice un poco más tarde, así que me hice con un flamante Commodore 64, exactamente como el de la foto. Hombre, esto ya era otra cosa, nada que ver con el ZX Spectrum.  El ordenador era tal cual se ve, había que conectarlo a una tele, por el cable de la antena, y sintonizar en la tele hasta buscar el canal por el que emitía el ordenador (si el ordenador estaba apagado se veían un par de rayas negras en la pantalla, y si lo encendías se veía una pantalla de bienvenida como esa).

Podía cargar programas y juegos con el pedazo de periférico que se ve al lado, que no era otra cosa que un lector de cintas de casette. que se conectaba al ordenador y al que había que darle los comandos adecuados para que leyera de la cinta, teniendo cuidado de poner en marcha el play para que el ordenador empezara a interpretar los sonidos que de ese engendro salían.  Recuerdo que tenía un juego de deportes de las Olimpiadas (yo deporte no practicaba pero en el ordenador no había quien me ganara) que tardaba en cargarse unos 25 minutos, con el inconveniente de que a veces, durante la carga algo iba mal y había que repetir el proceso de nuevo. Con este ordenador empecé a hacer mis pinitos con la programación, en el lenguaje Basic, asistí a un curso de programación y recuerdo pasarme horas y horas copiando códigos de libros para obtener maravillosos resultados como mover un punto por la pantalla, o conseguir que sonara una melodía por los altavoces.

Cuando entré al Instituto, ya la cosa no era para estar jugando, necesitaba algo más, así que me compré (compraron) un PC compatible (en aquella época se llamaban así a todos los equipos que debían ser compatibles con el original, IBM), esta vez se trataba de un Amstrad PC1640, como el de la foto. Esto era algo más profesional, un sistema operativo más avanzado, dos disqueteras de 5 1/4, pantalla a color (hasta 64 colores), sonido mejorado, vamos, un fuera de serie, eso sí, sin disco duro. Cada vez que encendía el ordenador, para que funcionara, tenía que cargarle 5 disquetes que servían para cargar el sistema operativo en memoria, y una vez cargado ya podía empezar a disfrutar de él, esta operación inicial me llevaba sus buenos cinco minutos largos.

Este ya tenía procesador de textos, gestor de archivos y tratamiento de imágenes.  Recuerdo hacer los apuntes del instituto con este cacharro.  Con el equipo también adquirí una impresora matricial de la marca Brother, ruidosa como todas ellas, pero muy chula para imprimir los trabajos.  Esa impresora, como todas las matriciales, permitía el papel contínuo, que utilizaba para imprimir los apuntes.  Aún recuerdo la cara de un profesor de Biología, antes de un exámen, cuando me vio con mis apuntes impolutos, pasados a ordenador, cuando todo el mundo llevaba sus apuntes a mano (como debía ser en esa época).  Eso ya era un signo claro y evidente de lo que me esperaba en el futuro, ya por aquel entonces era un poco friki con esto de la tecnología y parece que aún lo sigo siendo, pero eso ahora ya no es tan raro.

Resumiendo, de aquellas aguas vienen estos lodos, con estos comienzos cómo no me me iba a dedicar a esto.  Como podrán imaginar, a partir de ahí todo fue in crescendo, me pase a un PC con disco duro, luego con más disco duro, después con más memoria, después con mejor tarjeta gráfica, mejor tarjeta de sonido, mejor monitor, otro ratón, un teclado más chulo, después vino Internet…. y eso lo cambió TODO, pero eso es otra historia.

Publicado por Lucas Ferrera

Ingeniero en Informática, funcionario de carrera y, sin embargo, buena persona. Me gusta la tecnología aplicada al servicio de los ciudadanos. Tío rarito a veces.

6 respuestas a “Mis comienzos con la tecnología”

  1. Hasta aquí me siento identificado completamente, lo que pasa es que soy un poco más antiguo y comencé con un Pet alfanumérico…vamos por buen camino: ¡ Exito !

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    1. Gracias Jorge, si lo mío ya es prehistoria, no me quiero imaginar como era en tus comienzos!!

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  2. Yo recuerdo pasar largas horas en tu casa jugando a algún que otro juego de aventura conversacional … Qué juegos aquellos!!!

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    1. «aventura conversacional», uff, hacía muchos años que no decía ni oía esa expresión!! Pero tienes toda la razón.

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  3. Me han gustado esos recuerdos del «abuelo cebolleta». Aunque yo los viví de lejos, me acuerdo de ellos. Me ha encantado.

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  4. Aquellas tardes con el Amstrad CPC y el Don Quijote..

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