Los gastos de viaje de los empleados públicos

Semanas atrás se hablaba mucho de las dietas de los parlamentarios canarios y en su día también se habló de lo que cobran en dietas los diputados y los eurodiputados.
Yo no se ellos, pero a mi, como empleado público, salir de viaje de trabajo a veces me supone una pérdida. Me explico.
Lo que se puede gastar un empleado público (no directivo) en alojamiento y comida al día está regulado. Hago la distinción entre empleado y directivo porque esto va por clases. Un empleado público tiene derecho a unas cantidades, y un directivo tiene derecho a otras, un 30-40% superiores.
Pues bien, en lo que a mi me afecta, cuando acudo a alguna reunión/jornada/evento de trabajo fuera de mi ubicación (en mi caso fuera de Gran Canaria), tengo derecho a que me paguen:
- Transporte: el precio del billete de avión/barco, en clase turista. Taxis/guagua (autobús)/metro, los que sean necesarios. Parking, cuando sea necesario (p.e. si dejo mi coche en el aparcamiento del aeropuerto). Cada uno de estos gastos hay que justificarlo con facturas.
- Alojamiento: hasta un máximo de 67 euros por noche (con impuestos incluidos). No es para tirar cohetes, la verdad. No pido alojarme en el Ritz si voy a una reunión, pero tampoco en la Pensión Manolo. Estas cantidades no hay que justificarlas con facturas, como máximo te van a dar esto.
- Manutención: hasta un máximo de 35 euros diarios, para las tres comidas. Estos gastos tampoco hay que justificarlos con facturas. Y en el día de ida y de vuelta, depende de la hora de salida del avión o barco te puede corresponder el 100% de esa cantidad, o el 50% si el transporte sale después de determinada hora. Lógicamente, estas cantidades no nos da para cenar en Casa Lucio, ni lo pretendo. Un desayuno en el hotel (si lo tiene incluido), un menú de mediodía por 12-15 euros, un cafecito y donut por la tarde y una cena ligera en una cafetería, para poco más te da. ¡OJO! Que si vas a un evento que incluye un almuerzo/cena de trabajo también hay que especificarlo porque se descontará un parte de la manutención.
Este sistema es un tanto ineficiente porque, por un lado tenemos una restricción en cuanto al coste del alojamiento, pero por otro no tenemos restricción en cuanto al transporte. Así que, en lugar de quedarme en un hotel de 3 estrellas en el centro de Madrid (que no baja de los 90-100 euros noche) y desde donde seguro llego a la reunión con un transporte público adecuado, me tengo que alojar en un hotel de la periferia (que no llegue a 70 euros la noche), pero puedo coger dos taxis de ida y vuelta que me cuesten 20 euros cada uno. Al final, el coste del segundo caso es mayor que el del primero, pero el segundo cumple las normas (y se paga todo), mientras que el primero no.
Como anécdota puedo contar que, cuando se quiere, se pueden saltar las normas, pero de forma justificada. Me ocurrió en un viaje a Tenerife, una reunión en Adeje, al sur de la isla. Teníamos que hacer noche. Quien conozca el sur de Tenerife sabe que alojarse una noche allí en cualquier hotel por menos de 100 euros es prácticamente imposible, y menos con poca antelación y en temporada alta. Fue literalmente imposible encontrar un hotel que se ajustara al precio (cualquier sobreprecio lo pagamos de nuestro bolsillo), así que tuvimos que acudir a la que entonces era mi Consejera para que hiciera un informe contando la situación y que, de forma extraordinaria, se nos abonara la cantidad que costaba el hotel esa noche (creo que eran unos 110 euros). Era uno de los dos hoteles propuestos por la organización del evento, el otro hotel superaba los 150 euros/noche.
Y todo esto, en la mayoría de los casos, es uno mismo quien se tiene que organizar los viajes y, dependiendo de la antelación, incluso adelantar todo el dinero para que después te lo paguen en nómina, un par de meses más tarde… pero esta parte en concreto no es algo que me moleste mucho, me encanta organizar viajes. 😉
En fin, esta es una de las cosas que echo de menos de la empresa privada, recuerdo que viajar era mucho más sencillo y no se andaban con tanto remilgo. Ahora entiendo cuando, trabajando en la privada, coincidía con empleados públicos en eventos y veía como se quedaban en hoteles mas «cutres» que el mío y no podían gastarse mucho a la hora de la comida… ahora soy yo ese tipo.